Eres mi pequeña adicción, esa que me gusta repetir todas las noches, esa que mi cama extraña. Eres la adicción de mis labios, esa que me gusta besar por las noches, esa adicción por la que perdería la ropa en la puerta de tu casa, esa adicción por la que haría cualquier cosa. Esa adicción con la que sueño, esa con la que me fundo en una, esa adicción con la que nadaría desnuda en una piscina, esa que me hace perder la razón, la ropa y la noción del tiempo, esa con la que cogería una furgoneta y me recorrería el mundo de punta a punta, esa que me saca de mis casillas, la que me enfada, pero que es la única capaz de alegrarme un mal día, esa por la que lucharé hasta el final.
Eres esa adicción sana, por la que todas mis amigas se preocupan, por la que me distraigo en clase, la que ocupa las portadas de mis libros con su nombre, a la que llamo y acude, con la que me encanta discutir, hacer de rabiar e insultar.
Eres la adicción que quiero olvidar, pero que no consigo.
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