lunes, 26 de agosto de 2013

Aprendemos con el tiempo y las heridas de guerra

Mil veces he caído y mil veces más caeré, así es mi vida una constante montaña rusa, variante en la altura de sus caídas y bajadas. Aunque realmente no importa las veces que caiga si no las veces que me levante con ganas de seguir luchando por no caer y subir y subir en la línea de la felicidad. De momento aquí sigo, con heridas, magulladuras y algún que otro tipo de marca física debido a mis habituales caídas, me he levantado una y otra vez y cada vez que lo he hecho he aprendido una nueva lección.
Después de tanta caída empecé a comprender que no podría apreciar lo bueno de la vida si no vivo también cosas malas. Por eso opino que aprendemos con el tiempo y las heridas de guerra. Porque el tiempo nos hace cultivar la paciencia, nos hace recuperar las ganas de seguir adelante, la fuerza de voluntad, cultiva nuestra madurez y nos ayuda a curar viejas heridas, y las heridas de guerra son todas aquellas cicatrices de las cuales no nos hemos podido librar, cómo esa espinita que se nos queda en el corazón después de una ruptura, porque las vemos y recordamos lo pasado, nos damos cuenta de los errores que no debemos cometer de nuevo y algunas de ellas nos dan fuerza para seguir adelante.


"Por muy fuerte que sea la caída saca todas tus fuerzas y levántate, merecerá la pena"

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