domingo, 28 de julio de 2013
Amor adolescente
Estoy enamorada, sí, ENAMORADA, suena un poco fuerte para una adolescente ¿no? pero lo cierto es que antes se enamora un adolescente que una persona adulta, ¿porqué? Pues porque los adolescentes tenemos una capacidad que desaparece con el tiempo, esa capacidad es la de vivir todas las cosas con intensidad, todo nos parece enorme, como a los bebés cuando escuchan por primera vez el ladrido de un perro, se asombran, se asustan, pero les encanta, como la primera vez que pisan la arena, a la mayoría les suele dar repelús, pero fijaros a los cuatro años se nos a olvidado todo eso porque estamos acostumbrados a ello, por eso los adolescentes vivimos el amor con tanta intensidad, porque es la primera vez que lo vivimos, por eso suelen decir que el primer amor es el que más duele, es con el que más nos volcamos y con el que tenemos el primer fracaso sentimental, y con el paso del tiempo nos acostumbramos, igual que hicimos con la arena, a que es normal y que el amor no es para tanto, todo esto nos lleva unos cuantos años, por eso un adolescente si sabe lo que es el amor, el que no lo sabe es el adulto. Se les olvida con el paso del tiempo, como se nos olvidará a nosotros, triste.
domingo, 21 de julio de 2013
Día 325 08:45 a.m.
Lo peor de volver a coger el coche es que soy yo la que se tiene que encargar de encontrar un sitio donde aparcar, si es posible cerca de la puerta, Tom lo tiene fácil, en el instituto tiene una especie de secta gracias a la cúal siempre tiene uno de los mejores sitios del aparcamiento. Diviso un sitio precioso y acelero un poco para llegar sin que nadie me lo robe, objetivo conseguido, choco los cinco conmigo misma- pero mentalemente eh-intento caminar con normalidad a pesar de que voy cargada como una mula, llevo la hoja de matrícula a una nueva clase de escritura creativa, la mochila de los libros, la de la ropa de animadora y el móvil en la otra mano con la que intento responder a los mensajes que he recibido pero solo consigo enviar un montón de incoherencias así que decido dejarlo para luego cuando haya podido dejar algunas cosas en la taquilla y deshacerme de la maldita mochila con la ropa.
Primera parada la secretaría, lo tengo todo planeado, así que consigo librarme rápido de la adorable Doris, que es algo así como un poco pesada, siguiente parada la taquilla número 115, situada en el otro extremo del instituto, soy ágil y rápida, voy con cuidado para no tirar nada ni a nadie, llego antes de lo previsto, meto de cualquier manera los libros que necesito para hoy y empujo a presión la maldita mochila, por fin he dejado de ser una mula de carga.
Recorro el pasillo hacia la taquilla 223, la de Allison o más bien Al, que es como la llamo desde que tenemos 3 años, la conocí en el jardín de infancia y desde ese momento hemos sido uña y carne, nos llevamos bastante bien aunque de vez en cuando discutimos por chorradas, ella es una chica muy guapa a pesar de que su aspecto es bastante común, tiene unos ojos color avellana enormes, una tez color oliva y una melena larga marrón oscura, no es nada alta,- como yo, somos dos tapones en un mundo de gigantes- a pesar de su altura y de lo que come está delgada y tiene unas largas piernas finas, da envidia cuando la miras.
- ¿Café y muffin de chocolate?
- Me has leído la mente- le quito las cosas como si las hubiese pagado yo y comienzo a zampar el delicioso segundo desayuno que me ha traído. Caminamos mientras ella habla y habla y yo como y como, por suerte soy como Al por mucho que coma no engordo y además con mi puesto en el equipo de animadoras consigo mantener el tipo.
- ¿Tienes clase con Sr.Z?
- Sí hija sí.
- Te compadezco M- M viene de Marti, mi nombre es Marti, y creo que ya me toca describirme a mí por lo menos para que me pongáis una cara mientras leeis mi historia. Me parezco bastante a Al, ella es unos centímetros más alta que yo, soy de tipo fino, me mido a menudo y no solo de estatura si no del famoso 90-60-90, yo soy 87-60-87, la verdad es que estoy muy bien proporcionada, peso unos 43,4 kilos y mido algo más de metro y medio, mi tez es oliva y mi pelo es también marrón oscuro, pero está "tuneado" llevo mechas californianas, así que el marrón oscuro se convierte en un degradado hasta llegar a rubio ceniza en las puntas. Al igual que Tom soy de seguir las modas.
- Me desvido Al, te quiero, nos vemos luego en laboratorio.
- Te quiero M.
Entro en clase de Z, y corro rápido a una de las últimas filas, la clase aún no se ha llenado, ni si quiera Z ha llegado, saco el libro y el móvil y respondo a todos los mensajes que tenía. Escríbo en broma a Al.
"Al voy a moriiiiiiiiiiiiiiir, sacame de aquí. SOS AL" Al: "Jajajaja payasa, concentrate en clase o sacarás un cero en historia" M: "Te odio" Vuelvo a meter el móvil en su sitio Z ya está en el aula y a pesar de que no está prohibido utlizar el móvil en clase me dedica una pequeña mirada de riña con la que lo entiendo todo. Veo que Z desvía su mirada hacia la puerta y observa a un joven que se acerca a su mesa con un papel, está claro es nuevo en esta clase ¿habrá llegado nuevo al instituto? no puedo verle más que la espalda, lleva una sudadera gris- muy parecida a una mía- unos vaqueros ajustados largos claros y unas vans negras las "old school" tiene un pelo marrón pero por culpa de la gorra no puedo ver que clase de corte lleva.
- Puede usted sentarse al lado de la señorita Marti, ya que todavía no han ocupado ese asiento.
- Gracias- el tono de su voz me hace estremecerme y produce un escalofrío por toda mi espalda. Se gira y puedo ver cómo es con claridad. Guapo se le queda corto. También tiene unos ojos marrones, pero su marrón es como el del chocolate, sonríe, todos los dientes alineados y blancos, piel muy morena, debe de tomar el sol muy a menudo, camina hacia la silla que tengo a mi lado con decisión y se sienta en ella, al sentarse entra una ráfaga de viento por la venta que me trae un olor a "One Million" una colonia de Paco Rabane a la que le deben de echar hormonas porque nos vuelve loca a todas las mujeres.
- Me llamo Travis, pero mis amigos me llaman T.
Río, porque me hace gracia y a continuación me presento.
- Soy Marti, pero mis amigos me llaman M.- Ambos reímos en voz baja y nos sonreímos, este chico me intimída, pero lo cierto es que estoy muy tranquila y agusto a su lado, mi corazón dice lo contrario.- Bueno T... ¿Eres nuevo por aquí? Jamás te había visto por los pasillos.
- Sí me acabo de mudar desde California- le miro y le hago una mueca de que guay, sonrío y abro el libro por la página que Z ha dicho.- Oye si no te parece mucha molestia luego...
- ¿Luego?- espero a que continue la frase pero se queda callado- ¿Luego qué?- Le miro fijamente, aparta la mirada y se fija en los jarrones que Z tiene en el aula, no se sabe por qué extraño motivo.
- Nada, dejalo- La sonrísa había desaparecido y T miraba al frente muy tenso, como si tuviera miedo de algo. Hago la vista gorda, no pienso seguir insistiendo, aunque me habría gustado saber que me iba a pedir.
Transcurridos los 60 minútos de clase T se levante y sale de clase corriendo, vaya chico tan extraño pienso.
El resto de la mañana pasa como todos los días, alumnos durmiendo en clase de biología, un par de accidentes con los vasos de cristal y el mechero en el laboratorio, por fin la hora del almuerzo, suelo comprar la comida en el instituto, total no es muy cara y tampoco sabe mal. Me siento en la mesa de siempre justo a Al, Jess, Montana, Gracie y Claudia. Pero hoy no consigo concentrarme en la comida y en lo que parlotean las chicas, hoy estoy mirando a la mesa del fondo en donde está sentado T, solo. Mi mente me pide que vaya y me siente con el, parece que a los chicos no les cae bien porque han visto una clara competencia y las chicas estamos cohibidas.
Ya en casa, me siento a hacer los deberes con la merienda al lado, o más bien debería decir, me siento a comer la merienda con los deberes al lado. Por un momento en el día me olvido de T y de su extraña reacción.
Primera parada la secretaría, lo tengo todo planeado, así que consigo librarme rápido de la adorable Doris, que es algo así como un poco pesada, siguiente parada la taquilla número 115, situada en el otro extremo del instituto, soy ágil y rápida, voy con cuidado para no tirar nada ni a nadie, llego antes de lo previsto, meto de cualquier manera los libros que necesito para hoy y empujo a presión la maldita mochila, por fin he dejado de ser una mula de carga.
Recorro el pasillo hacia la taquilla 223, la de Allison o más bien Al, que es como la llamo desde que tenemos 3 años, la conocí en el jardín de infancia y desde ese momento hemos sido uña y carne, nos llevamos bastante bien aunque de vez en cuando discutimos por chorradas, ella es una chica muy guapa a pesar de que su aspecto es bastante común, tiene unos ojos color avellana enormes, una tez color oliva y una melena larga marrón oscura, no es nada alta,- como yo, somos dos tapones en un mundo de gigantes- a pesar de su altura y de lo que come está delgada y tiene unas largas piernas finas, da envidia cuando la miras.
- ¿Café y muffin de chocolate?
- Me has leído la mente- le quito las cosas como si las hubiese pagado yo y comienzo a zampar el delicioso segundo desayuno que me ha traído. Caminamos mientras ella habla y habla y yo como y como, por suerte soy como Al por mucho que coma no engordo y además con mi puesto en el equipo de animadoras consigo mantener el tipo.
- ¿Tienes clase con Sr.Z?
- Sí hija sí.
- Te compadezco M- M viene de Marti, mi nombre es Marti, y creo que ya me toca describirme a mí por lo menos para que me pongáis una cara mientras leeis mi historia. Me parezco bastante a Al, ella es unos centímetros más alta que yo, soy de tipo fino, me mido a menudo y no solo de estatura si no del famoso 90-60-90, yo soy 87-60-87, la verdad es que estoy muy bien proporcionada, peso unos 43,4 kilos y mido algo más de metro y medio, mi tez es oliva y mi pelo es también marrón oscuro, pero está "tuneado" llevo mechas californianas, así que el marrón oscuro se convierte en un degradado hasta llegar a rubio ceniza en las puntas. Al igual que Tom soy de seguir las modas.
- Me desvido Al, te quiero, nos vemos luego en laboratorio.
- Te quiero M.
Entro en clase de Z, y corro rápido a una de las últimas filas, la clase aún no se ha llenado, ni si quiera Z ha llegado, saco el libro y el móvil y respondo a todos los mensajes que tenía. Escríbo en broma a Al.
"Al voy a moriiiiiiiiiiiiiiir, sacame de aquí. SOS AL" Al: "Jajajaja payasa, concentrate en clase o sacarás un cero en historia" M: "Te odio" Vuelvo a meter el móvil en su sitio Z ya está en el aula y a pesar de que no está prohibido utlizar el móvil en clase me dedica una pequeña mirada de riña con la que lo entiendo todo. Veo que Z desvía su mirada hacia la puerta y observa a un joven que se acerca a su mesa con un papel, está claro es nuevo en esta clase ¿habrá llegado nuevo al instituto? no puedo verle más que la espalda, lleva una sudadera gris- muy parecida a una mía- unos vaqueros ajustados largos claros y unas vans negras las "old school" tiene un pelo marrón pero por culpa de la gorra no puedo ver que clase de corte lleva.
- Puede usted sentarse al lado de la señorita Marti, ya que todavía no han ocupado ese asiento.
- Gracias- el tono de su voz me hace estremecerme y produce un escalofrío por toda mi espalda. Se gira y puedo ver cómo es con claridad. Guapo se le queda corto. También tiene unos ojos marrones, pero su marrón es como el del chocolate, sonríe, todos los dientes alineados y blancos, piel muy morena, debe de tomar el sol muy a menudo, camina hacia la silla que tengo a mi lado con decisión y se sienta en ella, al sentarse entra una ráfaga de viento por la venta que me trae un olor a "One Million" una colonia de Paco Rabane a la que le deben de echar hormonas porque nos vuelve loca a todas las mujeres.
- Me llamo Travis, pero mis amigos me llaman T.
Río, porque me hace gracia y a continuación me presento.
- Soy Marti, pero mis amigos me llaman M.- Ambos reímos en voz baja y nos sonreímos, este chico me intimída, pero lo cierto es que estoy muy tranquila y agusto a su lado, mi corazón dice lo contrario.- Bueno T... ¿Eres nuevo por aquí? Jamás te había visto por los pasillos.
- Sí me acabo de mudar desde California- le miro y le hago una mueca de que guay, sonrío y abro el libro por la página que Z ha dicho.- Oye si no te parece mucha molestia luego...
- ¿Luego?- espero a que continue la frase pero se queda callado- ¿Luego qué?- Le miro fijamente, aparta la mirada y se fija en los jarrones que Z tiene en el aula, no se sabe por qué extraño motivo.
- Nada, dejalo- La sonrísa había desaparecido y T miraba al frente muy tenso, como si tuviera miedo de algo. Hago la vista gorda, no pienso seguir insistiendo, aunque me habría gustado saber que me iba a pedir.
Transcurridos los 60 minútos de clase T se levante y sale de clase corriendo, vaya chico tan extraño pienso.
El resto de la mañana pasa como todos los días, alumnos durmiendo en clase de biología, un par de accidentes con los vasos de cristal y el mechero en el laboratorio, por fin la hora del almuerzo, suelo comprar la comida en el instituto, total no es muy cara y tampoco sabe mal. Me siento en la mesa de siempre justo a Al, Jess, Montana, Gracie y Claudia. Pero hoy no consigo concentrarme en la comida y en lo que parlotean las chicas, hoy estoy mirando a la mesa del fondo en donde está sentado T, solo. Mi mente me pide que vaya y me siente con el, parece que a los chicos no les cae bien porque han visto una clara competencia y las chicas estamos cohibidas.
Ya en casa, me siento a hacer los deberes con la merienda al lado, o más bien debería decir, me siento a comer la merienda con los deberes al lado. Por un momento en el día me olvido de T y de su extraña reacción.
Día 325
Día 325 de 2013:
Expectativas: encontrar al amor de mi vida.
Realidades:
Cierro la pantalla de mi nuevo portátil apple que tanto me ha costado conseguir, digamos que han sido 320 días de duro trabajo en una hamburgesería de mala muerte cobrando un sueldo mísero, pero aquí está entre mis manos por fin. Lo poso en el suelo como si fuese un recién nacido dormido al que hay que acostar suavemente en la cuna para no despertarlo. Son las 5:04 a.m. y como todos los días desde hace ya unos meses me despierto a esta hora sin saber porqué, los primeros días me resistía a la idea de no poder dormir más, sobre todo si era fin de semana, pero ya me he echo a la idea de que no voy a poder dormir ni aunque me trague un bote de somníferos, cada día cogía mi diario- que era un viejo cuaderno rojo con un piolín dibujado en la portada saludando alegremente- y lo abría para dibujar, hasta que un día se me ocurrió la maravillosa idea de escribir las expectativas con las que me levantaba y compararlas luego con lo que yo llamaba "realidades", que trataban de mi día, de lo que realmente había pasado. Sí son malas expectativas se cumplen siempre en cambio las buenas se me resisten todavía.
Ejemplo:
Día 281:
Expectativas: se plantea un día nublado con riesgo de chubascos por las babas del Sr.Z en clase de historia, recuerden usar sus paragüas y ponerse el chubasquero y las botas, no querrán coger un resfriado, para el medio día se preeve puré de judías asqueroso en el comedor seguido de un asquerosísimo pescado en salsa verde y con un horrible examen de mates a sexta hora.
Realidades: Me he duchado dos veces y todo gracias al Sr.Z, mañana llegaré temprano a clase para coger sitio en las filas de atrás, era cierto hoy hubo puré y pess... bien, lo siento yo a eso no lo puedo llamar pescado. Haciendo referencia al examen de mates... Al parecer no me ha ido tan mal, sí, se puede decir que hasta llegaré al 8. Buenas noches.
Así todos los días. Por fin puedo levantarme de la cama sin que nadie se queje de que hago ruido, lo bueno de despertarse tan temprano es que puedo ir al baño la primera, sin cola, tirarme un rato largo en la ducha, y lo mejor de todo, sé fijo que habrá agua caliente.
Ya me había acostumbrado a mi nueva rutina, agarro la toalla, la ropa interior y al baño de cabeza, me doy una ducha un poco más larga de lo habitual y salgo entre el vapor y las gotas de agua del baño. Termino de prepararme, parece que la casa ya se está despertando, bueno la casa y todo lo que tenemos alrededor. El chico de los periódicos está pedaleando ya como si hoy se acabase el mundo, las cafeteras empiezan a hervir más de lo necesario mientras sus dueños distraídos sacan los cereales y el zumo de los niños. Yo ya estoy en la cocina disfrutando como todos los días de mis tostadas con mermelada de fresa y mi café matinal.
- Buenos días.- el plasta de mi hermano ya se ha levantado, es un año mayor que yo y es el mítico chico guapo, moreno de ojos verdes, grandes músculos, de los cuales está bien orgulloso, viste siempre a la moda, y también se puede decir que es bastante metrosexual. Sí es el tipo de hombre por el cual todas las muejeres se volverían locas.
- Buenos días.- Intento parecer lo más sarcástica posible.
- ¿Necesítas que te lleve a la escuela o vas en tu coche?
- Voy en el mío.
- Wow ¡Por fin! Estaba harto de ser tu chofer.
Por el capricho del ordenador he tenido que estar un mes sin echarle gasolina a mi coche, no penséis que en mi familia somos pobres, todo lo contrario, lo que pasa es que mis padres son propensos a que nosotros seamos independientes y nos paguemos nuestros caprichos vease el coche, el ordenador, el ir a la peluquería o el hacerme las uñas. Me deslizo hasta el fregadero poso el plato y la taza y subo corriendo las escaleras hasta mi habitación esquivando la bolsa de deporte que me hermano ha dejado tirada por la noche, al gato y por último a mi padre, que han sigue en bata y pijama medio dormido.
Ya en mi santuario, abro las puertas del armario y echo un vistazo a toda la ropa. Estamos en invierno así que los vestidos y pantalones cortos quedan descartados, me decido por unos pantalones vaqueros, un jersey granate con una camiseta basica blanca debajo y unas botas de Panama Jack, mis favoritas. Agarro la mochila, meto los libros y deberes, el portátil, el móvil, las gafas y por último las llaves de mi amado Audi A5, hago una rápida pasada por la cocina le doy un beso de buenos días a todos menos a Tom y salgo en marcha hacia mi precioso coche blanco que me espera a la puerta de casa, intácto, tan precioso como siempre. Me quedo quieta un rato- total no hay prisa- y lo observo, abro el maletero y me aseguro que la bolsa con la ropa de animadora esté dentro, pero como llevo un mes sin cogerlo se me olvidó en la habitación. Subo a por ella y de paso agarro mi abrigo verde caqui largo de esos que están ahora de moda y mi bufanda de dos metros de lana negra.
Sentada por fin en el asiento del coche acaricio el volante meto la llave y la giro, disfruto del breve momento y doy marcha atrás para dirigirme a la calle.
- Buenos días.- el plasta de mi hermano ya se ha levantado, es un año mayor que yo y es el mítico chico guapo, moreno de ojos verdes, grandes músculos, de los cuales está bien orgulloso, viste siempre a la moda, y también se puede decir que es bastante metrosexual. Sí es el tipo de hombre por el cual todas las muejeres se volverían locas.
- Buenos días.- Intento parecer lo más sarcástica posible.
- ¿Necesítas que te lleve a la escuela o vas en tu coche?
- Voy en el mío.
- Wow ¡Por fin! Estaba harto de ser tu chofer.
Por el capricho del ordenador he tenido que estar un mes sin echarle gasolina a mi coche, no penséis que en mi familia somos pobres, todo lo contrario, lo que pasa es que mis padres son propensos a que nosotros seamos independientes y nos paguemos nuestros caprichos vease el coche, el ordenador, el ir a la peluquería o el hacerme las uñas. Me deslizo hasta el fregadero poso el plato y la taza y subo corriendo las escaleras hasta mi habitación esquivando la bolsa de deporte que me hermano ha dejado tirada por la noche, al gato y por último a mi padre, que han sigue en bata y pijama medio dormido.
Ya en mi santuario, abro las puertas del armario y echo un vistazo a toda la ropa. Estamos en invierno así que los vestidos y pantalones cortos quedan descartados, me decido por unos pantalones vaqueros, un jersey granate con una camiseta basica blanca debajo y unas botas de Panama Jack, mis favoritas. Agarro la mochila, meto los libros y deberes, el portátil, el móvil, las gafas y por último las llaves de mi amado Audi A5, hago una rápida pasada por la cocina le doy un beso de buenos días a todos menos a Tom y salgo en marcha hacia mi precioso coche blanco que me espera a la puerta de casa, intácto, tan precioso como siempre. Me quedo quieta un rato- total no hay prisa- y lo observo, abro el maletero y me aseguro que la bolsa con la ropa de animadora esté dentro, pero como llevo un mes sin cogerlo se me olvidó en la habitación. Subo a por ella y de paso agarro mi abrigo verde caqui largo de esos que están ahora de moda y mi bufanda de dos metros de lana negra.
Sentada por fin en el asiento del coche acaricio el volante meto la llave y la giro, disfruto del breve momento y doy marcha atrás para dirigirme a la calle.
Juicios de valor
En realidad quién decide que está bien o que está mal... Supongo que eso es algo subjetivo.
Solemos criticar y juzgar a las personas poniendo etiquetas y diferenciando entre buenas y malas personas. Ayer hablando con una amiga de otra persona me dijo lo siguiente:
- Es buena persona lo que pasa es que tiene que cambiar su carácter, pero porque tenga ese tipo de comportamiento la mayoría de veces, no quiere decir que sea mala persona.
He pensado en esa frase toda la noche y me he formulado unas cuantas preguntas.
¿Son nuestros actos los que nos convierten en buenas o malas personas? o por el contrario eso no tiene nada que ver con lo que nosotros seamos. Está claro que juzgamos a las personas por sus actos, si robas eres mala persona, si matas a alguien también, en cambio si ayudas a ONG's, salvas al planeta o cualquier cosa de esas eres buena persona...
Pero... y si has robado porque eres pobre y tienes que alimentar a tu familia que se está muriendo de hambre... Y si eres una persona "famosa" y en realidad solo "ayudas" a las ONG's por interés... En esos casos quién es la buena o mala persona. La que ha robado por necesidad o la que ayuda por interés.
¿Los dos? ¿Ninguno? ¿Solo uno?
Supongo que en eso cada uno tendremos nuestra opinión (podéis dejarla en comentarios si queréis), por mi parte solo puedo decir que intentaré conocer a fondo a las personas y no juzgarlas y etiquetarlas de buenas o malas. Está muy claro que el bien no puede vivir sin el mal y viceversa.
Solemos criticar y juzgar a las personas poniendo etiquetas y diferenciando entre buenas y malas personas. Ayer hablando con una amiga de otra persona me dijo lo siguiente:
- Es buena persona lo que pasa es que tiene que cambiar su carácter, pero porque tenga ese tipo de comportamiento la mayoría de veces, no quiere decir que sea mala persona.
He pensado en esa frase toda la noche y me he formulado unas cuantas preguntas.
¿Son nuestros actos los que nos convierten en buenas o malas personas? o por el contrario eso no tiene nada que ver con lo que nosotros seamos. Está claro que juzgamos a las personas por sus actos, si robas eres mala persona, si matas a alguien también, en cambio si ayudas a ONG's, salvas al planeta o cualquier cosa de esas eres buena persona...
Pero... y si has robado porque eres pobre y tienes que alimentar a tu familia que se está muriendo de hambre... Y si eres una persona "famosa" y en realidad solo "ayudas" a las ONG's por interés... En esos casos quién es la buena o mala persona. La que ha robado por necesidad o la que ayuda por interés.
¿Los dos? ¿Ninguno? ¿Solo uno?
Supongo que en eso cada uno tendremos nuestra opinión (podéis dejarla en comentarios si queréis), por mi parte solo puedo decir que intentaré conocer a fondo a las personas y no juzgarlas y etiquetarlas de buenas o malas. Está muy claro que el bien no puede vivir sin el mal y viceversa.
sábado, 6 de julio de 2013
Little thing
No soy una persona que se pueda decir realmente alta, si no todo lo contrario, soy bajita y de tipo delgado, tengo la piel morena, tan poco mucho y unos ojos enormes (según mi familia) dejando de lado el físico también soy borde (sólo con la gente que se lo gana) pero suelo ser muy amable, tengo un carácter alegre y optimista. Soy una persona-esponja ¿Que qué es ser una persona-esponja? Significa que absorbo bastante más que la mayoría de la gente el estado de ánimo de los demás, sobre todo si están tristes, soy una persona incapaz de ver a otra persona mal. No sé, me puede, me gusta que todo el mundo esté feliz y que disfruten de la vida tanto como lo hago yo. En definitiva que soy especial a mi manera.
miércoles, 3 de julio de 2013
¿Somos invisibles?
¿Nunca os habéis fijado en una persona en la calle habéis seguido caminando en direcciones opuestas pero luego os habéis vuelto a encontrar?
Yo muchas veces me pregunto quiénes son esas personas, a qué se dedican y si se han cruzado en nuestro camino (destino) por alguna razón, si esas personas influyen en nuestra vida diaria o cambian algo de ella pero pronto muere esa curiosidad, les quito importancia, para mi son personas sin más.
Por eso me hago la pregunta de si somos invisibles. No damos importancia a las cosas, ahora incluso pasamos delante de una persona conocida y agachamos la cabeza o miramos a otro lado para no saludar, les hacemos invisibles a nuestros ojos. Pasamos por la vida deprisa y sin fijarnos en nada ni en nadie, en esperar recibir todo de todos sin dar nada a nadie, porque así somos ahora, inconscientes e incluso me atrevería a decir ciegos.
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