domingo, 21 de julio de 2013

Día 325

Día 325 de 2013:
Expectativas: encontrar al amor de mi vida. 
Realidades: 
Cierro la pantalla de mi nuevo portátil apple que tanto me ha costado conseguir, digamos que han sido 320 días de duro trabajo en una hamburgesería de mala muerte cobrando un sueldo mísero, pero aquí está entre mis manos por fin. Lo poso en el suelo como si fuese un recién nacido dormido al que hay que acostar suavemente en la cuna para no despertarlo. Son las 5:04 a.m. y como todos los días desde hace ya unos meses me despierto a esta hora sin saber porqué, los primeros días me resistía a la idea de no poder dormir más, sobre todo si era fin de semana, pero ya me he echo a la idea de que no voy a poder dormir ni aunque me trague un bote de somníferos, cada día cogía mi diario- que era un viejo cuaderno rojo con un piolín dibujado en la portada saludando alegremente- y lo abría para dibujar, hasta que un día se me ocurrió la maravillosa idea de escribir las expectativas con las que me levantaba y compararlas luego con lo que yo llamaba "realidades", que trataban de mi día, de lo que realmente había pasado. Sí son malas expectativas se cumplen siempre en cambio las buenas se me resisten todavía.
Ejemplo: 
Día 281: 
Expectativas: se plantea un día nublado con riesgo de chubascos por las babas del Sr.Z en clase de historia, recuerden usar sus paragüas y ponerse el chubasquero y las botas, no querrán coger un resfriado, para el medio día se preeve puré de judías asqueroso en el comedor seguido de un asquerosísimo pescado en salsa verde y con un horrible examen de mates a sexta hora.
Realidades: Me he duchado dos veces y todo gracias al Sr.Z, mañana llegaré temprano a clase para coger sitio en las filas de atrás, era cierto hoy hubo puré y pess... bien, lo siento yo a eso no lo puedo llamar pescado. Haciendo referencia al examen de mates... Al parecer no me ha ido tan mal, sí, se puede decir que hasta llegaré al 8. Buenas noches.
Así todos los días. Por fin puedo levantarme de la cama sin que nadie se queje de que hago ruido, lo bueno de despertarse tan temprano es que puedo ir al baño la primera, sin cola, tirarme un rato largo en la ducha, y lo mejor de todo, sé fijo que habrá agua caliente.
Ya me había acostumbrado a mi nueva rutina, agarro la toalla, la ropa interior y al baño de cabeza, me doy una ducha un poco más larga de lo habitual y salgo entre el vapor y las gotas de agua del baño. Termino de prepararme, parece que la casa ya se está despertando, bueno la casa y todo lo que tenemos alrededor. El chico de los periódicos está pedaleando ya como si hoy se acabase el mundo, las cafeteras empiezan a hervir más de lo necesario mientras sus dueños distraídos sacan los cereales y el zumo de los niños. Yo ya estoy en la cocina disfrutando como todos los días de mis tostadas con mermelada de fresa y mi café matinal. 
- Buenos días.- el plasta de mi hermano ya se ha levantado, es un año mayor que yo y es el mítico chico guapo, moreno de ojos verdes, grandes músculos, de los cuales está bien orgulloso, viste siempre a la moda, y también se puede decir que es bastante metrosexual. Sí es el tipo de hombre por el cual todas las muejeres se volverían locas.
- Buenos días.- Intento parecer lo más sarcástica posible.
- ¿Necesítas que te lleve a la escuela o vas en tu coche?
- Voy en el mío.
- Wow ¡Por fin! Estaba harto de ser tu chofer.
Por el capricho del ordenador he tenido que estar un mes sin echarle gasolina a mi coche, no penséis que en mi familia somos pobres, todo lo contrario, lo que pasa es que mis padres son propensos a que nosotros seamos independientes y nos paguemos nuestros caprichos vease el coche, el ordenador, el ir a la peluquería o el hacerme las uñas. Me deslizo hasta el fregadero poso el plato y la taza y subo corriendo las escaleras hasta mi habitación esquivando la bolsa de deporte que me hermano ha dejado tirada por la noche, al gato y por último a mi padre, que han sigue en bata y pijama medio dormido.
Ya en mi santuario, abro las puertas del armario y echo un vistazo a toda la ropa. Estamos en invierno así que los vestidos y pantalones cortos quedan descartados, me decido por unos pantalones vaqueros, un jersey granate con una camiseta basica blanca debajo y unas botas de Panama Jack, mis favoritas. Agarro la mochila, meto los libros y deberes, el portátil, el móvil, las gafas y por último las llaves de mi amado Audi A5, hago una rápida pasada por la cocina le doy un beso de buenos días a todos menos a Tom y salgo en marcha hacia mi precioso coche blanco que me espera a la puerta de casa, intácto, tan precioso como siempre. Me quedo quieta un rato- total no hay prisa- y lo observo, abro el maletero y me aseguro que la bolsa con la ropa de animadora esté dentro, pero como llevo un mes sin cogerlo se me olvidó en la habitación. Subo a por ella y de paso agarro mi abrigo verde caqui largo de esos que están ahora de moda y mi bufanda de dos metros de lana negra. 
Sentada por fin en el asiento del coche acaricio el volante meto la llave y la giro, disfruto del breve momento y doy marcha atrás para dirigirme a la calle. 

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